Las fronteras físicas son un concepto cada vez más abstracto en la sociedad del siglo xxi. La integración de culturas, mercados, economías e ideas parece acercarse cada vez más a lo que el canadiense Marshall McLuhan acuñó como “Aldea Global”.[1] El acceso al conocimiento de manera abierta y libre ofrecido en este milenio, los cambios de la sociedad como agente activo y transformador del mundo y la capacidad de interconectividad de las personas a escala mundial, generan una serie de desafíos y oportunidades para los negocios internacionales, la inversión y concretamente las personas como entes individuales y generadores de riqueza.
Este documento describe de manera general cuáles son esos aspectos y la forma en la que desde fines del siglo xx la sociedad se ha adaptado al vertiginoso despliegue de cambios evolutivos sociales, culturales, científicos y económicos.
El de globalización no es un concepto nuevo. La primera experiencia de globalización se inició en 1492, cuando se abrió el comercio entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo, dando origen a lo que Friedman[2] denomina “Globalización 1.0”, cuyo principal agente dinamizador era la “cantidad de fuerza” que tenía un país –músculo, caballos, fuerza eólica y de vapor– y cuánta se podía desplegar de forma creativa–. Posteriormente, en 1800, se dio inicio a la “Globalización 2.0”, la cual tendría como agentes dinamizadores a la Revolución Industrial y las empresas multinacionales. Esta era culminó en el año 2000, para dar paso en el inicio del siglo XXI a la actual “Globalización 3.0”, cuyo agente dinamizador e impulsor es el del poder de los individuos para colaborar y competir a escala global (Friedman, 2005), soportando sus acciones en la amplia conectividad facilitada por la interconexión lograda gracias a la red global de internet y con ella la tecnología de la informática y la computación imperante en la actualidad, que logró empalmar a todas las personas habitantes del planeta de manera sencilla y rápida.
Los beneficios a los que el planeta accede cada vez que se pasa de una globalización a otra crecen exponencialmente, y con ellas los desafíos para las personas que interactúan activamente con las dinámicas que éstas transmiten a la sociedad, el comercio, la economía y la cultura.
Desde que el Rey Alyattes de Sardes fabricó la primera moneda del mundo en 575 a. C.,[3] la humanidad ha establecido innumerables maneras de relacionarse entre culturas de diferentes entornos para obtener bienes y servicios de los cuales una de las partes carece y la otra posee en cantidad, gracias a las circunstancias propias de cada una de ellas; en este intercambio de bienes o servicios, se obtiene una remuneración material, dando así inicio al comercio tal y como se conoce hoy día.
Cada una de las etapas de la globalización ha permitido a la humanidad evolucionar en diferentes aspectos, siendo el económico el aspecto que concierne a este documento, junto con la forma en la que en la actualidad se desarrollan el comercio y los negocios.
Estas eras de globalización han conducido al mundo y su actividad económica a unos escenarios nunca antes vistos, acarreando nuevos desafíos y nuevas formas de hacer las cosas. En consecuencia, los negocios se tornaron de locales a internacionales, y en la actualidad, de internacionales a globales.
La actividad económica de mercados ha generado en su historia varios sistemas para organizar el conjunto de las fuerzas productivas y las relaciones que las personas de una determinada sociedad establecen entre sí para producir los bienes necesarios para su desarrollo, lo que se conoce como modo de producción (Marx y Engels, 1845).
La producción, la distribución y el consumo han sido los procesos que históricamente la humanidad ha tratado de administrar; en consecuencia, las relaciones económicas y comerciales han generado múltiples sistemas para organizarlos.
El siglo xx estuvo marcado por la presencia del capitalismo y el socialismo como sistemas predominantes; no obstante, ambos demostraron su no aplicabilidad a la actual “Globalización 3.0”, siendo así como el fin del socialismo se enmarca con la caída del muro de Berlín en 1989, y, para el capitalismo, en la crisis económica mundial entre los años 2007 y 2008.
De cara al siglo xxi se entrevé la conformación de un nuevo sistema económico que integra aspectos funcionales del capitalismo y el socialismo pero con un nuevo componente, que permite demostrar que de la sociedad –como el nuevo componente de la actividad económica del mundo– “emerge una nueva sociedad, que se llama en inglés The Crowd, es decir, el colectivo, que se constituye en un ente más competitivo, que logra los objetivos de manera mas rápida y que democratiza la riqueza. Éste es un nuevo modelo económico y es bien obvio que países en desarrollo no pueden permanecer fuera de este proceso.
La curva exponencial de crecimiento de la “Globalización 3.0” estimula proporcionalmente el crecimiento de la economía a nivel mundial, que pese a la reciente crisis, iniciada como consecuencia del COVID-19, que si bien desencadenó una serie de quiebras en grandes corporaciones, ha permitido que un nuevo tipo de negocios tomen auge y se consoliden como las nuevas potencias económicas. Casos como Amazon, Google, Facebook, LinkedIn, KickStarter o Rappi, son tan sólo la punta del iceberg de esta nueva ola de generación de dividendos; no obstante, existen innumerables formas de afrontar los desafíos de este nuevo milenio de manera efectiva y productiva.
El proceso “aplanador” del planeta emprendido a finales del siglo xx ha obligado a los empresarios, gobiernos y personas naturales con capacidad inversionista a adaptarse rápida y continuamente a los nuevos desafíos del siglo xxi.
El dinamismo presente en la actividad económica mundial es ahora más intenso y acelerado que nunca, y tanto empresas como personas se ven obligadas a incrementar y perfeccionar sus habilidades para lograr adaptarse y beneficiarse de estos cambios, migrando de una sociedad pasiva y esforzada a una sociedad “prosumidora”,[4] altamente competitiva y conectada con la información en tiempo real a nivel mundial. Todo esto impacta los aspectos comerciales, logísticos e inclusive legales de las organizaciones.
Actualmente las empresas realizan operaciones de negocios en los sectores privado y gubernamental para su subsistencia presente y futura; un gran porcentaje de las empresas de proyección mundial las realizan a nivel nacional y, en ocasiones, internacional. Es imperante, sin embargo, que esta forma de operar migre al entorno global para adquirir un mayor alcance operacional y garantizar la subsistencia de las empresas en el futuro próximo.
La relación existente entre una organización y su entorno a nivel mundial es lo que se conoce como negocio internacional, con todos los vínculos que éste desencadena: el comercio, las exportaciones e importaciones, y las inversiones y financiaciones necesarias para la consecución de los objetivos económicos y financieros trazados por cada empresa.
Es entonces, como a lo largo de la historia reciente, los negocios, las inversiones y los capitales han adoptado múltiples variaciones en su forma de desenvolverse ante los cambios que la evolución sociocultural y económica mundial plantea, en particular a partir de la década de 1960, era en la que la “Globalización 2.0” adoptó las empresas multinacionales como dinamizador del entorno mundial.
Internet: la transformación de los negocios
Desde los 360.985.492 usuarios de la internet en diciembre de 2000 a los 1.966.514.816 usuarios en noviembre de 2010,[5] el mundo ha visto cómo las fronteras físicas desaparecen y el planeta se aplana (Friedman, 2006); esta rápida transformación ha creado nuevas y grandes oportunidades para las empresas de todos los tamaños y alcances en los mercados de bienes y servicios (Kaynak y Schemerhon, 1999).
Estos cambios han generado en el comercio un alto incremento en la capacidad de competencia de los individuos, flexibilidad en las decisiones empresariales, variedad de proyectos emprendidos y una lista innumerable de desarrollos tecnológicos aplicados.
Como se mencionó anteriormente, se produce un efecto en las personas involucradas en las negociaciones empresariales internacionales, que les exige la adquisición de nuevas competencias y herramientas para mantenerse en estos altos niveles de competencia. Las empresas demandan de estos negociadores métodos prácticos y efectivos para atender las necesidades de sus organizaciones.
Hacia el futuro se vislumbra una mayor integración de las empresas en los mercados globales y una forma de consumo más personal y especializado por parte de los “prosumidores”.
Por esto, es importante para los empresarios estar al tanto de los tiempos presentes y de la proyección futura de su entorno, con los cambios que a nivel mundial se muestran diariamente, buscando siempre el crecimiento de sus organizaciones, el incremento de la competitividad y la búsqueda de nuevos mercados.
Para lograrlo es necesario que las personas a cargo de las negociaciones internacionales maniobren ágilmente entre los conceptos de inversión, estructura de mercados, acontecimientos políticos, riesgos en las inversiones y comportamiento del mercado financiero y sus sub-mercados.[6]
Es claro cómo la adaptación ha sido la constante desde mediados del siglo xx, y cómo los participantes en la economía de la información mundial son testigos de un enorme aumento de las aplicaciones entre las empresas y los consumidores, que permiten más opciones y mejor información y mantienen los precios bajos y la calidad alta.[7]
Un país en desarrollo que desee compartir plenamente los beneficios de la economía de la información mundial debe promover una política y un ambiente regulador conducentes al desarrollo de la tecnología de la información. Estos obejtivos incluyen cinco elementos claves: (1) una política de telecomunicaciones y un ambiente regulador liberalizados y favorables a la competitividad; (2) una estructura física suficiente para explotar el poder de las comunicaciones de la internet; (3) unos empresarios educados y unos trabajadores dotados de conocimientos y encargados de formular políticas; (4) unas aplicaciones en la internet que correspondan a las necesidades y condiciones del mundo en desarrollo; y (5) una liberalización de los sectores relacionados (Larson, 2000).
Las proyecciones para los negocios internacionales son de integración masiva de recursos humanos, financieros, materiales y técnicos entre entes gubernamentales y privados a nivel global, que en consecuencia, facilitarán las relaciones comerciales internacionales.
Para lograr dicha integración, ya existen múltiples organismos a nivel mundial encaminados a prestar servicios de apoyo a las empresas interesadas (support services provided), siendo la rtm[8] una de las más representativas; esta organización, administrada por la Oficina de Desarrollo Comercial de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (usaid), asesora a empresas pequeñas en los países en desarrollo para la formación de asociaciones con compañías estadounidenses.[9]
El reto de las empresas y sus colaboradores se constituye en el empleo de las herramientas de las tecnologías informáticas, el empleo de la internet de manera proactiva y equitativa, el aprovechamiento de la desaparición de las fronteras físicas y las nuevas regulaciones de la “Globalización 3.0” para establecerse como agentes impulsores de la economía en una aldea global
[1] Marshall McLuhan, 1968, Guerra y Paz en la Aldea Global, Barcelona, Planeta-De Agostini.
[2] Thomas Loren Friedman ( 20 de julio de 1953 ) es un periodista estadounidense, escritor y tres veces ganador del Premio Pulitzer. Es columnista del periódico The New York Times, en el que comenzó a trabajar como reportero en 1981, tras haber estudiado en El Cairo,Oxford, Boston y Beirut. Sus libros tratan temas tan diversos como la globalización (La tierra es plana, 2006, Barcelona, Martínez Roca), la situación política en Medio Oriente (From Beirut to Jerusalem, 1990, Estados Unidos, Anchor Books), pasando por los atentados del 11 de septiembre (Longitudes and Attitudes, 2002, Estados Unidos, Farrar, Straus & Giroux). Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Friedman.
[3] Reino de Lidia, antigua ciudad de Asia Menor, en la actual Turquía.
[4] La palabra prosumidor, también conocida como prosumer, es un acrónimo formado por la fusión original de las palabras inglesas producer (productor) y consumer (consumidor). Alvin Toffler acuñó el término “prosumidor” cuando hizo predicciones sobre los roles de los productores y los consumidores en su libro, publicado en 2006, Revolutionary Wealth, Estados Unidos, Knpopf (La Revolución de la Riqueza), aunque ya se había referido al tema desde 1970, en su libro Future Shock, Estados Unidos, Random House.
[5] Internet World Stats, 2010, noviembre, Sitio web Internet World Stats, en: http://www.internetworldstats.com/stats.htm.
[6] El mercado financiero se compone principalmente de: mercado monetario, mercado de capitales, mercados bursátiles, mercados de bonos, mercados de commodities, mercados de derivados, mercados de forwards, mercados de seguros, mercados de divisas, mercados primarios, mercados secundarios, mercados organizados y mercados no organizados.
[7] Alan Larson [subsecretario de Estado para Asuntos Económicos, Empresariales y Agrícolas de Estados Unidos], 2000, mayo, “Maximizar las Oportunidades Digitales Internacionales”, Estados Unidos, Departamento de Estado, Perspectivas Económicas, Sitio web Departamento de Estado de Estados Unidos, en: http://www.usembassy-mexico.gov/bbf/ej/ijes0500.pdf, vol. 5, núm. 2.
[8] El programa rtm (Red Mundial de Tecnología) vincula las necesidades de una compañía en un país en desarrollo con las instalaciones de firmas estadounidenses equipadas para suministrar las soluciones tecnológicas del caso. En cada país una red de organizaciones e individuos asociados identifica y localiza las oportunidades de negocio; esta información se transmite a la rtm en Washington, donde es evaluada, vinculada y diseminada electrónicamente a firmas estadounidenses inscritas en la base de datos de la rtm.
[9] Estados Unidos, Departamento de Estado, 2000, Perspectivas Económicas, Sitio web Departamento de Estado de Estados Unidos, op. cit.